Los Años Dorados de la Salsa en Nueva York: Un Testimonio desde el Escenario
Los años dorados de la salsa en Nueva York fueron una época mágica en la que la música latina se fusionó con la vibrante energía de la Gran Manzana, pero para comprender plenamente esta fusión, es esencial reconocer las profundas raíces africanas que viajaron a través de Cuba hasta llegar a Nueva York y Puerto Rico, dando forma a este género musical extraordinario.
Desde mis primeros días como músico en 1966, a la temprana edad de 12 años, hasta hacerme parte de la escena con la Orquesta de Eddie Palmieri, fui testigo y actor de una revolución musical que cambiaría para siempre la forma en que el mundo experimentaba la salsa.
En aquellos días, la Gran Manzana estaba salpicada de clubes que vibraban al ritmo de este género, una mezcla rítmica que se alimentaba de las influencias afrocaribeñas.
Recuerdo con cariño mis días con Pupi y su Renovación, así como Evelio y su Charanga, donde el líder no solo era un flautista consumado, sino también un carnicero de profesión.
La escena estaba llena de vida, con lugares emblemáticos como El Caborrojeño en la 145 y Broadway, El Habana San Juan en la 138, Happy Hills Casino en la 151, entre muchos otros.
Los ritmos afrocubanos se entrelazan con las melodías latinas, creando una sinfonía única que resonaba en cada rincón.
La década de los 70’s marcó mi ingreso a la Orquesta de Eddie Palmieri, una experiencia que se convirtió en uno de los puntos culminantes de mi carrera.
Con Eddie, tocábamos prácticamente todos los días, formando parte de una de las mejores agrupaciones de salsa de la época, una agrupación que entendía la importancia de las raíces en cada acorde.
Pero no estábamos solos en esta travesía; gracias a figuras visionarias como Jerry Masucci y Johnny Pacheco formaron el Sello Fania y llevaron nuestro género a todos los rincones del planeta, haciendo de la salsa un fenómeno global, un fenómeno que no podría separarse de las vibraciones cubanas que le dieron vida.
Puerto Rico, a su vez, nos trajo sus orquestas de calidad inigualable, fusionando su influencias isleña de Bomba y Plena y contribuyendo al auge de una juventud que quería bailar y expresar su cultura, una cultura que resonaba con los ritmos ancestrales.
La Tipica 73 se destacó como una de las mejores agrupaciones y la que más trabajaba. Hacíamos hasta 14 bailes en una semana, estrenando uniformes constantemente y contando con dos equipos de sonidos para poder cumplir con los varios clubes que nos contrataban en un solo día.
Éramos una fuerza imparable.
El público nos seguía por todas las ciudades donde nos presentábamos y coreaban nuestras canciones, conectándose con la esencia que estaba impregnada en cada nota.
Empresarios como Ralph Mercado, Marty Arret y José Rosado. desempeñaron roles cruciales al alimentar el mercado de la música latina y contribuir al éxito de la salsa.
Pero como todas las cosas, esa etapa dorada de la salsa en Nueva York fue perdiendo protagonismo.
Con la retirada o fallecimiento de figuras clave como Ralph Mercado, quien fue gestor de los mejores conciertos de los 70’s y 80’s, la música latina experimentó una decadencia y otros géneros tomaron su lugar.
Aunque los días de gloria se desvanecieron, lo que permanece son los recuerdos, las grabaciones que siguen resonando por siempre y los bailadores que contribuyeron a que nuestro género se impusiera en el mundo.
Hoy, somos unos pocos músicos los que mantenemos el sonido de esa época, pues fuimos parte de su creación. Algunos ya han partido y otros se han ido a otras ciudades, pero aún así tratamos de mantener esa llama viva.
Otros países, como Colombia, Perú y México, entre otros, nos han adoptado, acogiendo nuestra música y haciéndola parte de su cultura.
La salsa en Nueva York fue más que música y baile; fue una expresión cultural que definió una época.
Aunque las luces de los clubes de los años dorados se hayan apagado, la salsa sigue viva en las notas que resonaron en esos escenarios, en las historias de los músicos y en la huella imborrable que dejó en la historia musical mundial.
Que la música de aquellos días siga sonando en nuestras vivencias, recordándonos la alegría y la pasión de una época que nunca será olvidada ni morirá.